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AQUEL PERFUME FRANCÉS...

                                                     
Me obsesionan desde siempre, los perfumes, en cada uno de nosotros funcionan de manera muy peculiar; y yo, siempre he tenido una habilidad especial para distinguirlos, porque he vivido siempre entre ellos; mi madre trabaja en un laboratorio y desde pequeña me enseñó la técnica para elaborarlos; ella fue la que me dijo que según el tipo de piel, huelen diferente en cada persona, y que no había nada que delatase más que la inconfundible huella que dejan en cada uno.
 Siempre me dice que tengo nariz de perfumera, y que es un desperdicio que no siga sus pasos y me pase los días en un mundo tan poco glamuroso, como es el de los hospitales, pero llevamos toda la vida viviendo juntas y procuramos no molestarnos demasiado; así que cada cual hace su vida y no nos pedimos cuenta de nada.

Conocí a Elsa hace 8 años, era un poco mayor que yo, y enseguida conectamos, y comenzamos a ir juntas a todas partes, como nunca he tenido horario para llegar a casa, me limité a seguir su rumbo, y hacer todo lo que me pedía; ella  por aquel entonces, era muy aficionada a los after, muy de moda en los últimos tiempos, pero hace unos años, que dos chicas jóvenes, se pasaran la vida metidas en esos sitios, no era muy habitual; como vivo en una ciudad pequeña, enseguida llegó a oídos de mi padre, que me dió la vara durante días, sobre lo parecidas que éramos mi madre y yo, y la lotería que le había tocado con nosotras. Hacía ya muchos años que mi madre y él se habían divorciado, pero mi padre se empeñaba en seguir controlándonos, y a mí me daba igual; nunca le he querido y sabía que ella, jamás se hubiese casado con él, de no haberse quedado embarazada; tampoco él nunca me quiso, por eso siempre lo ví, como un puro accidente en mi vida; y yo me avergonzaba tanto de él, como él de mi. .
Así que Elsa y yo seguimos frecuentando esos lugares de manera habitual, y siempre que mis turnos me lo permitían; mi madre sólo me hacía notar que estaba hecha una pena, y que nunca lograría deshacerme de las ojeras, si seguía llevando esa vida. -fíjate Rhut, me decía, eres una niña, y parezco mucho más joven que tú, contrólate y frena...
Yo sabía que era verdad, pero nunca he intentado parecerme a ella, cosa que por otro lado sería imposible; mi padre siempre me dice  que ella, aunque sea una zorra, tiene clase; - pero fíjate en tí, ni siquiera sabes coger los cubiertos, quien se va fijar en alguien como tú, si tienes menos glamour que una escopeta; él debe saber mucho de escopetas y de armas de fuego, porque vive entre ellas, y sigue anclado en el pasado; dice que cuando todo cambie y vuelva a ser como antes, no será él quien me defienda, y dejará que los guardias civiles, me torturen hasta morir; yo me preparo concienzudamente, para cuando llegue ese día. 

 Aquel lunes, Elsa pasó a recogerme a las doce, y  me hizo cambiar hasta cinco veces de ropa, al final le dió el visto bueno a unos vaqueros muy ceñidos y a una blusa de naf naf, que mi madre me había regalado por mi cumpleaños, y de la que me sentía muy orgullosa, me ayudó con el maquillaje y consiguió que me sintiera mejor; ella siempre ha tenido una habilidad especial con los pinceles, así que siempre logra tapar cualquier defecto por imposible que parezca;  cuando terminó su trabajo, yo deseaba que mi madre me diera el visto bueno también; pero aquella noche, ella no estaba en casa y me conformé con la imagen que me devolvió el espejo. Así que cogimos el coche y nos fuimos al after de moda, muy animadas y con muchas ganas de quemar la ciudad.
 Me pasé todo el rato coqueteando con unos y con otros, pero sin ningún interés por nadie en especial; al contrario que Elsa, que hacía ya rato que había subido con un tío arriba, y debía estar pasándoselo bien, porqué yo aburrida, miraba constantemente la escalera, esperando verla bajar, pero las horas pasaban y ella no aparecía... 
Aunque mi padre dice que es imposible que alguien se sienta atraído por una mujer tan rebelde y poco atractiva como yo, el caso es que nunca salgo a ningún sitio sin mi perfume de lolita lempicka, es como mi seña de identidad; pero aquella madrugada, yo ya estaba harta de tantos tipos sobándome, y me dió pereza echarme unas gotitas más; a pesar de que el que me había puesto al salir de casa, se había evaporado ya; yo pasé de mi ritual, y después de dejarle una nota al camarero para que se la diese a Elsa, me dirigí al coche, de bastante mal humor, con paso firme y sin mirar atrás; estaba a punto de sacar las llaves del bolso, cuando  aún antes de sentir el golpe, contra la puerta delantera de mi coche, pude percibir las notas de aquel extraño perfume; en aquel instante sentí ganas de vomitar, pero antes de que me diera cuenta, ya me habían inmovilizado las manos; es muy fácil hacerlo, porqué tengo los brazos muy delgados, y me los habían estirado fuertemente hacia atrás; yo sentí las muñecas, aprisionadas en un  puño enorme; el caso es que todo lo que había bebido, se había vuelto a estacionar en mi estómago, como por arte de magia.  Sé que eran dos tipos, porqué mientras uno me quitaba la ropa y me penetraba una y otra vez, el otro me golpeaba insistentemente el lado izquierdo de mi cara; estaba empezando a sangrar y esa particularidad mía con los olores, me devolvió el de de mi propia sangre dulzona y casi táctil, pero aún así, el extraño perfume seguía envolviéndome, supe que provenía del que me estaba golpeando, porque las notas, se adivinaban a cierta distancia de mí, e iban y venían como ráfagas de fuego, que me quemaban aún más, que el propio acto en sí; después se intercambiaron , todo volvió a empezar, y el maldito perfume empezó a mezclarse con mi piel; yo rezaba para que me desmayase de una vez, pero no lo hice.
  
Desde aquella noche, no he vuelto a ver a Elsa, y ya no voy a los after, bueno ya no voy a ningún sitio sóla; no me gusta darle vueltas a las cosas y decidí que tenía que olvidarlo todo, y seguir con mi vida, tampoco se lo he contado a nadie, no vale la pena recrearse en el pasado y sus muros.
  
Fue tan sólo hace un par de meses, cuando conocí a Arturo y todo volvió a resucitar en mí, aquella madrugada. Yo estaba tomándome una copa con mis amigas en un pub, y él apareció por detrás, rodeándome los hombros y sonríendo me preguntó, si se podía sentar; me pareció tan guapo que no me pude negar; por un momento creí, volver a percibir aquel extraño perfume, pero no hice mucho caso, al fín y al cabo, en los últimos años, aquel aroma no había logrado desaparecer del todo de mi registro olfativo, y cada vez que me acostaba con alguien, volvía a notarlo en mi piel; pero ya he dicho que no soy nada trágica y no me gusta recrearme en las penas; así que aproveché la química que sentimos y comenzé a sali con él. 
  
Arturo, no había dejado de regalarme rosas, ni un sólo día, desde que nos conocimos, pero a la tercera noche que nos acostamos, yo ya estaba segura, de que se trataba de uno de mis agresores; no había podido verles la cara a ninguno de los dos; pero mi madre tiene razón, las huellas que dejaba el perfume en su piel, lo delataba cada día; lo supe cuando averigué sin mucho exfuerzo de que esencia estaba compuesto, y diluí unas gotas en la mía; el efecto era totalmente distinto, y supe que la mezcla de aceites esenciales aromáticos, alcohol y fijadores, sólo daban aquel resultado tan peculiar en la suya, bastanta ácida de por sí. 
 Él, que no tenía ni idea de mi descubrimiento, seguía poniéndose aquel perfume fráncés una y otra vez; que había comercializado Dior, en los buenos tiempos; pero que ahora había pasado a formar parte de otra franquicia y resultaba exquisito, por lo difícil que era de encontrar.
 Yo me dejaba querer y seguía fingiendo estar muy entusiasmada con él, y también seguía poniéndome litros de lolita lempicka, que enturbiaran en lo posible, aquel detestable olor. 

Llegados a este punto, toca decir, que aunque tengo una apariencia física muy frágil, soy bastante fría y calculadora y más fuerte de lo que muchos creen; así que planee mi venganza con mucha precisión, y sopesé paso a paso que regalo se merecía él. 

Si mi madre es muy buena elaborando perfumes y sabe venderlos como nadie, yo en mi trabajo, soy muy buena también, y conozco a la perfección todas las sustancias químicas de los medicamentos, y los efectos, que pueden crear en el organismo de las personas, cuando no se administran debidamente.
  
El cerebro, es una máquina extraña y precisa; el complejo cableado  que conforma su extructura, define el funcionamiento del cuerpo en general, si dañas cualquiera de sus circuitos, cualquier parte del cuerpo quedará inhabilitada de manera irreversible; la duda era que circuito noquear, y yo pensaba entusiasmada en las palabras de mi jefe, que siempre me alababa mis mezclas exactas y mi pulso con los inhibidores, y de como había logrado eliminar, en la mayoría de los antidepresivos, gran parte de los efectos secundarios que producían; pero ahora se trataba de potenciarlos al máximo, así que la mezcla que tenía que hacer, debería ser la opuesta a la que habitualmente componía, ya sólo me quedaba decidir como joderle bien, sin que nadie pudiera averiguar como había sucedido.

Arturo se desvivía por complacerme en la cama y fuera de ella, y yo fingía ser multiorgásmica, para así enaltecer su ego, y que se confíara cada día un poco más; las dosis tenían que ser precisas y diarias, para que dieran el resultado que quería, así que necesitaba tenerle entregado y a mi merced, mientras le aplicase el tratamiento. 

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Después de mucho cavilar, me decidí a bloquearle todo el sistema de defensas, y debilitarle el organismo en general, e hice de las mias en el laboratorio; mezclé en el mortero partículas microscópicas de productos químicos y aumenté las dosis de inhibidores de monoaminooxidasa; lo envasé debidamente y me volví a casa, cuando terminé el turno de noche; satisfecha de mi creación, y sabíendo que poco a poco su organismo se debilitaría tanto, que en cualquier momento, se quedaría dormido sin previo aviso; sonreí adivinando su previsible final. 

Los días iban pasando, y mi plan estaba dando buenos resultados, Arturo cada vez se sentía peor, pero los síntomas eran los de una persona a quien no le funciona bien el sistema inmunológico, de pronto un día se empezó a poner muy enfermo, pero la dosis que le había administrado erá imperceptible y como yo había previsto, nadie averiguó nunca lo que ocurrió.
 Él iba arrastrando su drama como podía, y comenzó a dejar de ponerse su perfume, yo le pregunté un día porqué ya no se lo ponía, y él me contestó que era muy feromonal, que se había dado cuenta que pertenecía a otra etapa de su vida, y que ya no necesitaba tirarse a mujerzuelas, porqué había encontrado al amor de su vida.

 Eso me hizo ponerme más furiosa, todavía; el comprobar, que ni siquiera me había reconocido, y que en todo aquel tiempo, no sólo no se había arrepentido, sinó que juzgaba a las mujeres según los sitios que frecuentaban, me hizo apresurar su final.
  
Aquella noche, yo le había aumentado la dosis, pero sin pasarme demasiado; e intentaba concentrarme en un libro muy entretenido, mientras él dormía sonoramente y yo me contenía por no aplastarle el libro en la cabeza; pero no, lo coloqué cuidadosamente en la mesita de noche, y apagué la luz; a los cinco minutos, me puse a gritar como una loca simulando unos terribles dolores de estómago; él, que se seguía desviviendo por mí, se incorporó rápidamente , se vistió en menos de dos segundos, y salió en busca de ayuda para mí; lógicamente, intentó hacerlo por teléfono, pero yo ya me había deshecho de todos y cortado la línea del fijo; para mí, era importante que condujese después de unas horas de sueño, porque tenía muchas más probabilidades de quedarse dormido, como así sucedió. 
después que se fue, yo me incorporé en la cama, y acaricié mis dientes, recordando cono era el sexo con él; como metía y sacaba su lengua de mi boca, hasta conseguir que me dolieran las encías; tengo que confesar que su dedicación me conmovía, y es cierto que conseguía hacerme temblar, cosas de la biología; cuando me veía muy excitada, él me penetraba, muy lentamente al principio, y descontroladamente después; yo, por un momento, olvidaba quien era y me dejaba llevar; pero tengo una memoria excelente; y cuando terminaba y me besaba los ojos, y después los labios, deseaba tener amnesia; pero sólo podía recordar los golpes de la primera vez. 

"No te olvides las llaves del coche" -fue lo último que le dije, y él salió deprisa, mientras yo fingía retorcerme de dolores.

Ni que decir tiene, que Arturo no regresó jamás, tampoco se murió, se quedó para siempre en una silla de ruedas, y ya nunca más podrá violar a las chicas que salen de un after, ni enfrentarse a la compleja decisión, de distinguir entre putas y señoras.

 De vez en cuando voy a verle, y evalúo su progresión, ahora ya mueve el brazo derecho, y hace intentos vanos de acariciarme el pelo; yo procuro torturarlo, llevando siempre vestidos muy cortos, y le cuento historias de perfumes, que nunca podrá olvidar.
  

                   FIN

 Escribí esta descabellada ficción, la otra noche, mientras mis amigos jugaban al mus, que se le va a hacer, odio los juegos de mesa, y cuando me aburro, escribo cosas como ésta. Se me ocurió cuando me regalaron el perfume de lolita lempicka, y de ahí salió esta barbaridad!!