Llovía tanto, que el solo hecho de levantarme de la cama me deprimía. Es algo que llevo mal. Por mí, que todos los trabajos comenzaran a las tres de la tarde y yo estaría encantada. Así que me dije que porqué no ponerme enferma un solo día. Sin duda no se iba a parar el mundo. Yo estaba agotada y mis jefes llevaban tiempo advirtiéndome que me pusiera las pilas o pasaría rápidamente a formar parte de las filas del paro. Es verdad que no estaba muy motivada últimamente, pero lo que ocurrió aquel día ni siquiera me lo busqué. Fue el destino el que me lo puso en las manos. Por eso pienso que las cosas buenas de la vida vienen solas y no hay que buscarlas demasiado.
Llamé al periódico, fingiendo una incipiente gripe que no existía y después de esgrimir una tos que sonaba más falsa que judas, colgué el teléfono sin remordimiento. Me habían dicho que era prescindible, que es lo peor que te pueden decir en los tiempos que corren, pero no me importó demasiado.
Es difícil encontrar a gente libre por las mañanas. Todo el mundo está trabajando o en otras ocupaciones. Pero yo, sabía de una persona que había conocido no hacía mucho, que tenía todo el tiempo libre del mundo y no daba palo al agua; por eso llamé a Inés. Su marido, según me había contado era un alto cargo militar y siempre estaba fuera, nunca se les veía juntos y ella que era joven y atractiva bebía los vientos por un juez de primera instancia ya entrado en años y siempre me contaba sus correrías.
Quedamos en la zona de Poniente, que era el lugar de moda que habían elegido los nuevos ricos para vivir, pero a mi me venía de perlas porqué quedaba muy lejos de mi trabajo y así era bastante improbable que alguien de allí me viese, teniendo en cuenta que tenía gripe, hubiera sido bastante violento para mí.
"La escalera de caracol" era la sidrería más famosa de ese lugar de la ciudad. Allí la había conocido unos meses antes; una tarde que yo estaba bastante triste, porqué había cortado con mi novio que vivía en uno de aquellos pisos en forrma de barco y, allí estaba yo, cabizbaja, sentada, tomándome una sidra y llegó ella. Tengo que reconocer que me alegró el día. Era una mujer vital y siempre parecía feliz. Nos pasamos la tarde hablando de tonterías que es algo muy reconfortante cuando se tiene un trabajo responsable y se es tan prescindible como yo lo era.
Pero aquel día había algo distinto en su mirada, y me sorprendió que no me hiciese ningún comentario sobre la ropa que llevaba o no hablara tan alto como otras veces.
Se sentó y me preguntó así, a bocajarro: ¿cuando pensábamos publicarlo?
Yo, que no tenía ni puñetera idea de lo que me estaba preguntando, la miré con un gesto extraño, dándole a entender que no sabía de lo que me estaba hablando, pero ella siguió en sus trece y continuó con su discurso.
-Antonio está muy preocupado, y eso no es bueno, no debes de meterte en esos berenjenales, pero... yo te diría que siguieras adelante.
-A ver, - dije, sin saber que es lo que pasaba y un poco aturdida. No sé de qué me hablas, ¿que berenjenales?
Parecía sumida en otro mundo, en otros tiempos y hablaba sin mirarme, se había detenido en las tapas que estaban sobre la mesa y se había quedando mirando un pedacito de carne como obnubilada.
-Sabía que tarde o temprano pasaría esto, lo que no entendemos es cómo te has dado cuenta por un simple detalle. No eras la mujer idónea, no eras manipulable, ¡mira que se lo dije!, ya se sabe, los periodistas quereis carnaza y esto te hará muy conocida. No creas que no te entiendo Berta... la pregunta es si sabrás hacerlo dejándome al margen, porqué si puedes y me libras de ese cerdo para siempre, yo nunca lo olvidaré y te pagaré bien...
Resulta muy claustrofóbico que den por hecho que tú posees conocimiento de algo de lo que no tienes ni idea, pero no nos engañemos; es la principal fuente a veces de un buen periodista, y hasta yo, que era más bien mediocre, me dí cuenta que a pesar de todo, aquel día no iba a ser ocioso para mí.
Así que decidí seguirle el juego y averiguar que es lo que yo sabía y que iba a ser la bomba.
-Bueno Inés, no debes preocuparte, la verdad es que llevamos tiempo sobre la pista y preguntando aquí y allá...
-¿cómo que preguntando?, explícate mejor, porque si vamos a empezar con mentiras no vamos a llegar a un acuerdo eh.
Me estaba dando cuenta que iba por mal camino, pero es que no tenía ni idea de lo que me hablaba y las conversaciones entre ella y yo siempre habían sido superficiales, así que decidí cambiar de táctica, a ver si podía salir airosa y enterarme de algo.
-Tienes razón, mira vamos a juntar las dos informaciones: tu me dices lo que os preocupa y yo te digo lo que he averiguado, ¿vale?
-No , no es que lo metas en la cárcel, estoy deseando que desaparezca, lo que me inquieta es que me podais mezclar en toda esa basura, sabes... yo siempre fui conocedora de todo y por eso siempre estamos viajando, de un sitio a otro. Sabía que tarde o temprano lo descubriría alguien, pero tú, que te he tomado tanto cariño... en realidad es un trago todo esto.
Las cosas no avanzaban y lo único que sabía hasta el momento es que se trataba de algo serio, porqué me hablaba de cárcel, o sea que seguí por ese camino.
-No, a tí no te pasará nada, pero necesito que me digas todo lo que sepas, todo lo que pueda inculparle, eres una fuente directa y con tu ayuda todo será más fácil.
-Bien, te lo contaré todo desde el principio, si, todo lo que sé.
Yo, que siempre llevo mi grabadora en el bolso, la puse sobre la mesa y ella la miró sin ningún atisbo de temor en sus ojos.
-Entenderás que tengo que grabarte, ¿verdad?
-¡claro!
Durante más de una hora, Inés no paró de hablar, lo hizo pausadamente, dándome detalles increibles sobre las actividades de su marido: fechas, lugares, me hablo de la escalera de caracol y de los asuntos que se fraguaban en el piso de arriba; aquella escalera de caracol que tanto me inquietaba y que daba nombre al local donde ahora ella y yo estábamos más unidas que nunca. Hubiera pensado cualquier cosa de su marido; porqué los militares me causan repulsión y bastante rechazo, no les doy ni una sóla oportunidad; pero aquello era más de lo que hubiera nunca podido imaginar. Yo había estado arriba un par de veces con mi novio y sí, tenía varias salas vips privadas, donde se podía disponer de cierta intimidad, pero yo, no le suelo preguntar a la gente con la que salgo por su pasado y si me dicen que son fontaneros me lo creo, y si me cuentan que son superman tambien. Siempre voy a lo mío y no me suelo interesar por la vida de nadie. Me preocupa sólo el aquí y el ahora y así me va.
-Sabes, todo comenzó cuando conociste a ese chico. Antonio pensaba que eras una buena opción, pero yo sabía que era peligroso porqué averigué que eras periodista. Tu novio no le dió importancia y se le veía bien contigo. No se preocupó hasta que comenzaste a vigilarle. Entonces todo se complicó y luego... fue cuando te diste cuenta... y lo descubriste. Hace sólo un par de días que nos ha contado lo que pasó; sabía que estábais peleados, pero no pensé que fuera serio, aunque ya no sirvieras como el fín que justificaba los medios, pero...
Empecé a entender, si, que casualidad que yo esté sóla en un bar, y venga una persona que no conozco de nada a darme palique, pero, ¿que habia descubierto?, todavía era una incógnita para mí.
-¿Y que se supone que tiene que ver él en esta historia?
-Todo, Berta todo, ¿crees que se fijó en tí por casualidad?
Hombre, pensé yo, un poco incómoda por el comentario, tengo la esperanza todavía de que alguien se fije en mi por casualidad...
-¿Tan raro te parece?
-no, no me entiendas mal, pero tú eras una de las chicas perfectas para el exprimento, para perpetúar la raza, ya sabes... el que fue tu novio es hijo de mi marido, y si, es médico, pero no convencional como tú piensas, participa en el proyecto con Antonio. Pero no puedes tener hijos y fue por eso que le dejaste de interesar, ¿lo pillas?
-manipulación genética, conspiración contra el gobierno, tráfico de niños, ¡una joyita!, bien... ahora queda que me digas de qué es de lo que yo me he enterado, y por favor hazlo antes de que empiece a vomitar.
-No te hagas la tonta, te sorprendió abriendo las carpetas encriptadas. El caso es que no comprende como lo hiciste y, que no dejaras huella de haberlas desencriptado, pero dice que lo sabes todo. No sospechaba que fueras tan buena con los ordenadores, y eran documentos de alta seguridad. Por eso ha intentado comunicarse contigo pero no atiendes sus llamadas ni quieres verle. Pero dime: ¿cómo diablos lo conseguiste?
Y recordé el día que terminamos: las cosas ya no iban bien, porqué él se había empeñado en que me quedase embarazada y yo harta de tanta insistencia le dije que era estéril, pero no había sido el único; media ciudad masculina debe de pensar que yo no puedo tener hijos porqué es lo primero que se me ocurre para quitarme el muerto de encima cuando se ponen pesados. Yo sospechaba que se veía con otra, así que entré en su ordenador; pero para eso, sólo necesité la contraseña, probé con varias y al final dí con la clave por casualidad. La había anotado en una libreta, que estaba en el escritorio y era larga y sumamente complicada. Cuando entró en la habitación me sorprendió. Yo ví que tenía un montón de carpetas encriptadas, pero ni se me pasó por la cabeza abrirlas, pensé que serían cosas de su trabajo. A mí lo que me interesaba era su correo y ví los mail con varias chicas; así que cuando entró y se me quedó mirando, para curarme en salud, comencé a atacarle: "lo sé todo, se te va a caer el pelo y nunca tendré un hijo contigo maldito naci de mierda", -le espeté. Pero es que yo tengo la costumbre de llamar nacis y bastardos a los tipos que me caen mal o cuando me enojo. Es como una frase hecha.
-¿Cómo lo conseguí?, y me eché a reir, dando por concluida la entrevista.
-¡Ah!, Inés, oye, que te aseguro que si puedo tener hijos, y me fui de allí, mucho más animada de lo que entré y dejándola a ella bastante sorprendida.
En una semana se desintegró toda la banda de resucitadores de la raza aria, y fue gracias a mí, que soy malísima con los ordenadores y mediocre como periodista. Di tantos datos de todo, que para la policía fue pan comido detenerlos uno a uno como hormiguitas. El proyecto "celeste", destinado a perpetúar la tan querida raza alemana quedó para siempre olvidado y sus integrantes fueron detenidos uno a uno. Llevaban tiempo intentando crear un nuevo mundo y, los niños muertos, procedentes casi todos de familias marginales, no se pudieron devolver a sus padres; tampoco las niñas desaparecidas durante los últimos años, pero al menos una parte de esos bastardos ya están en la cárcel. Digan lo que digan, soy muy profesional, por eso no tuve piedad con Inés; me faltaba empatía suficiente para ponerme en su lugar. Hoy vivo muy tranquila porqué han dejado de presionarme y creo que de momento, mi puesto de trabajo ya no corre peligro. Al final les dí lo que querían: la noticia.
FIN