Desde mi ventana puedo ver el mar, tranquilo, quieto como yo y, me pregunto porqué en este lugar de la costa el agua está tan poco embravecida, tan silenciosa como tus reproches y mis palabras.
Y de que serviría que te hablara si tú ya no me oyes, si tú ya no me ves... dices que te molesta que cambien tus recuerdos, por eso me dejas aquí junto a la ventana. Debes de pensar que tengo seis años y me entretengo con cualquier cosa o, peor aun que tengo ochenta y ya no me divierto con nada. Pero yo te hablo constantemente y hasta te grito cuando me cabreas, cuando te metes con ella en nuestra cama, o quizás no es en nuestra cama, ¡que novelera soy!, no tiene porqué ser asi, un revolcón cabe en cualquier parte. También me enfado mucho cuando me dais la comida demasiado caliente o cuando estáis tan entusiasmados el uno con el otro que no graduais el chorro de la ducha y sale demasiado frío; peor el otro día que me echasteis agua hirviendo en la escara que tengo en la rodilla, fue terrible porqué me dolió mucho, se que no debería sentir dolor pero lo siento.
Mis brazos cada día están más débiles, si me pusieras en la silla unos cojines te lo agradecería pero no has caído en la cuenta y esa enfermera que has contratado es una inepta y bruta como ella sola. Y no veas los tirones que pega cuando me cambia los apósitos, además no me cura la úlcera que tengo en la espalda y cada día está peor, la noto más profunda, creo que tu puño cabría en ella sin mucho exfuerzo. Me ruborizo sólo de pensarlo. Lo bueno de perder la dignidad es que ya no hay que cuidar los detalles, pero me gustaría que al menos tuviera buen aspecto, todo el buen aspecto que pueda tener una escara. Quisiera que estuvieras orgulloso de lo bien que cicatrizan mis heridas pero no va a poder ser... Sabes, creo que estoy un poco celosa, no me hagas mucho caso...
Esta mañana me he despertado de buen humor, me he quedado en el día antes del accidente y en aquel entrecot tan rico que devoramos antes de ir al hotel. He pensado que si me desmenuzais bien la comida, podré masticar despacio y saborear un poco, es que estoy tan harta de purés y gelatinas que creo que me voy a negar a comerlos, pero sólo te tantearé, si veo que te enfadas volveré a los comistrajos. No quiero que me internes en una de esas clínicas para viejos y tullidos, aunque compraría unos cuantos años, con tal de recuperar mi cuerpo; luego ya vería yo como hacía para volver a gustarte. Tampoco ella es ninguna cria, creo que yo era mucho más bonita, aunque se me vea ahora tan perjudicada, si que lo era.
Pero no sólo estoy contenta por eso, es que también me has cepillado el pelo y hasta he contabilizado el tiempo que tardaste, mentalmente. Noventa segundos que me han sabido a poco, pero mi pelo ha quedado tan bonito y suave que quiero que esto se repita todos los días y tengo mucho miedo de que mañana te olvides y me dejes en sus manos porqué tiene las uñas muy largas y me rasca demasiado, aunque bueno, la verdad es que con ella no vuela mi imaginación; la que me gustaría que volara por la ventana es ella. Si pudiera le compraría unas alas de mentira para que se estrellara y no tuviera que volver a verla. Seguro que te has dado cuenta de lo mal que me trata y las has despedido... porqué ya es tarde y no ha venido; además ya no la necesitamos...
Me gustó que me cogieras en tus brazos y me metieras en la ducha, me gustó cuando casi me escurro y como me agarraste para que no me hiciera daño y después me abrazaste, estabas sudando tanto... aunque no fuera de excitación, pero yo quise imaginar que sí y en ese momento fui feliz.
También me gustó la ropa que me pusiste, ¡estoy tan contenta cariño!
Sólo necesitamos un poco de tiempo y todo volverá a ser como antes.
Pero tu no querías que cambiasen tus recuerdos, no querías olvidar una sola de mis lunares, ¿te acuerdas?, es tan patético cuando el cerebro funciona y todo lo demás falla... Yo quería que te bastaran los míos, pero no fueron suficientes.
Hoy ha venido mi madre a verme y me estuvo echando la bronca, dice que todo el personal está muy a disgusto conmigo porqué soy una enferma muy difícil y que es muy duro cuidar de mí. Es que ahora si que hablo, ya no me importa que mi voz suene tan rara, porqué tú ya no la puedes oir y, es cierto que me meto con todo el mundo y me paso el día insultándolos a todos, pero es que tengo derecho a estar encabronada con el mundo, ¿ no crees?
Creo que seguirán el protocolo de aumentarme la medicación, y tengo la esperanza de que se me vaya la cabeza, o morir broncoaspirando. Es que me hace tanto daño pensar en tí... Yo teniendo tantas prisas por llegar, tú diciéndome que era pronto todavía, ¿recuerdas como te sorprendía con mi ropa interior?, pero tú ya sabes los modelitos que me gasto ahora. Lo peor es la grieta que me ha salido en la ingle, debe de ser la maldita celulosa; y justo dónde tú siempre me acariciabas, ¡tengo la piel tan sensible!, ¡como duele recordar tus dedos cerca de mi sexo, Dios!, ni siquiera puedo bajar bien la cabeza para verla, pero debe de estar muy mal porque cuando me la curan siento mucho resquemor, ¡te juro que siento dolor!, y yo, ahora contándote mis miserias... menos mal que no puedes oirme.
Ya me paso la mayor parte del día en la cama porqué estoy toda llena de llagas, creo que has hecho bien trayéndome aquí y casi me alegro de que no vengas a verme Yo sigo contándote cosas, ya ves...
No ceo que este sitio te gustara, huele mucho a betadine y corpitol porqué casi todo el mundo está más muerto que vivo. Se que cada día es menos agradable estar cerca de mí.
Dice mi madre que lo mío va ir a peor y que tengo que resignarme y, que si no hubiera corrido tanto no estaría como estoy. Así que me trajo un montón de papeles para que los firmara, porqué piensa que si no mis sobrinos se van a quedar sin nada y que los niños son lo más importante; yo garabatee como pude mi firma y ella los recogió, antes de que mi mano maltrecha los dejara caer al suelo. Sabías que me ha quitado el anillo que me regalaste, dice que tengo los dedos muy deformados y me está causando heridas en las manos y, que no tiene ningún sentido que lo lleve. Creo que deberías pedírselo porqué no tendría que tenerlo ella; me gustaba llevar algo tuyo, pero está visto que ni siquiera eso me dejan tener. Luego me ha dado dos besos y me ha acariciado el pelo al despedirse, no sin advertirme que me portara bien. Después se fue hacia la puerta olvidando que era mi cumpleaños. Ya estaba a punto de abrirla, así que yo aproveché para dejar mis lágrimas a su libre albedrío, pues llevaba mucho rato reprimiéndolas, pero de repente se volvió y me miró fijamente, de manera que aunque hubiera querido no hubiera podido apartar su mirada. Yo estaba sentada justo en frente de la puerta. No sé cuánto tiempo permaneció mirándome, pero cuando me di cuenta rasgó por la mitad el montón de papeles que llevaba y los dejó caer al suelo y, se me acercó; entonces pude ver sus ojos de cerca y también vi que estaban húmedos. Lo último que recuerdo es su silueta de espaldas vertiendo agua en mi vaso. La observé mirar al vacío y luego noté que secaba sus ojos con las manos torpemente. Y como me acercó el vaso con una pajita, pero yo le dije que quería sentir el agua deslizarse por mi garganta violentamente porqué tenía muchísima sed. Sonreímos las dos y supe que ya no quedaban más cosas que contarte.
FIN
Y de que serviría que te hablara si tú ya no me oyes, si tú ya no me ves... dices que te molesta que cambien tus recuerdos, por eso me dejas aquí junto a la ventana. Debes de pensar que tengo seis años y me entretengo con cualquier cosa o, peor aun que tengo ochenta y ya no me divierto con nada. Pero yo te hablo constantemente y hasta te grito cuando me cabreas, cuando te metes con ella en nuestra cama, o quizás no es en nuestra cama, ¡que novelera soy!, no tiene porqué ser asi, un revolcón cabe en cualquier parte. También me enfado mucho cuando me dais la comida demasiado caliente o cuando estáis tan entusiasmados el uno con el otro que no graduais el chorro de la ducha y sale demasiado frío; peor el otro día que me echasteis agua hirviendo en la escara que tengo en la rodilla, fue terrible porqué me dolió mucho, se que no debería sentir dolor pero lo siento.
Mis brazos cada día están más débiles, si me pusieras en la silla unos cojines te lo agradecería pero no has caído en la cuenta y esa enfermera que has contratado es una inepta y bruta como ella sola. Y no veas los tirones que pega cuando me cambia los apósitos, además no me cura la úlcera que tengo en la espalda y cada día está peor, la noto más profunda, creo que tu puño cabría en ella sin mucho exfuerzo. Me ruborizo sólo de pensarlo. Lo bueno de perder la dignidad es que ya no hay que cuidar los detalles, pero me gustaría que al menos tuviera buen aspecto, todo el buen aspecto que pueda tener una escara. Quisiera que estuvieras orgulloso de lo bien que cicatrizan mis heridas pero no va a poder ser... Sabes, creo que estoy un poco celosa, no me hagas mucho caso...
Esta mañana me he despertado de buen humor, me he quedado en el día antes del accidente y en aquel entrecot tan rico que devoramos antes de ir al hotel. He pensado que si me desmenuzais bien la comida, podré masticar despacio y saborear un poco, es que estoy tan harta de purés y gelatinas que creo que me voy a negar a comerlos, pero sólo te tantearé, si veo que te enfadas volveré a los comistrajos. No quiero que me internes en una de esas clínicas para viejos y tullidos, aunque compraría unos cuantos años, con tal de recuperar mi cuerpo; luego ya vería yo como hacía para volver a gustarte. Tampoco ella es ninguna cria, creo que yo era mucho más bonita, aunque se me vea ahora tan perjudicada, si que lo era.
Pero no sólo estoy contenta por eso, es que también me has cepillado el pelo y hasta he contabilizado el tiempo que tardaste, mentalmente. Noventa segundos que me han sabido a poco, pero mi pelo ha quedado tan bonito y suave que quiero que esto se repita todos los días y tengo mucho miedo de que mañana te olvides y me dejes en sus manos porqué tiene las uñas muy largas y me rasca demasiado, aunque bueno, la verdad es que con ella no vuela mi imaginación; la que me gustaría que volara por la ventana es ella. Si pudiera le compraría unas alas de mentira para que se estrellara y no tuviera que volver a verla. Seguro que te has dado cuenta de lo mal que me trata y las has despedido... porqué ya es tarde y no ha venido; además ya no la necesitamos...
Me gustó que me cogieras en tus brazos y me metieras en la ducha, me gustó cuando casi me escurro y como me agarraste para que no me hiciera daño y después me abrazaste, estabas sudando tanto... aunque no fuera de excitación, pero yo quise imaginar que sí y en ese momento fui feliz.
También me gustó la ropa que me pusiste, ¡estoy tan contenta cariño!
Sólo necesitamos un poco de tiempo y todo volverá a ser como antes.
Pero tu no querías que cambiasen tus recuerdos, no querías olvidar una sola de mis lunares, ¿te acuerdas?, es tan patético cuando el cerebro funciona y todo lo demás falla... Yo quería que te bastaran los míos, pero no fueron suficientes.
Hoy ha venido mi madre a verme y me estuvo echando la bronca, dice que todo el personal está muy a disgusto conmigo porqué soy una enferma muy difícil y que es muy duro cuidar de mí. Es que ahora si que hablo, ya no me importa que mi voz suene tan rara, porqué tú ya no la puedes oir y, es cierto que me meto con todo el mundo y me paso el día insultándolos a todos, pero es que tengo derecho a estar encabronada con el mundo, ¿ no crees?
Creo que seguirán el protocolo de aumentarme la medicación, y tengo la esperanza de que se me vaya la cabeza, o morir broncoaspirando. Es que me hace tanto daño pensar en tí... Yo teniendo tantas prisas por llegar, tú diciéndome que era pronto todavía, ¿recuerdas como te sorprendía con mi ropa interior?, pero tú ya sabes los modelitos que me gasto ahora. Lo peor es la grieta que me ha salido en la ingle, debe de ser la maldita celulosa; y justo dónde tú siempre me acariciabas, ¡tengo la piel tan sensible!, ¡como duele recordar tus dedos cerca de mi sexo, Dios!, ni siquiera puedo bajar bien la cabeza para verla, pero debe de estar muy mal porque cuando me la curan siento mucho resquemor, ¡te juro que siento dolor!, y yo, ahora contándote mis miserias... menos mal que no puedes oirme.
Ya me paso la mayor parte del día en la cama porqué estoy toda llena de llagas, creo que has hecho bien trayéndome aquí y casi me alegro de que no vengas a verme Yo sigo contándote cosas, ya ves...
No ceo que este sitio te gustara, huele mucho a betadine y corpitol porqué casi todo el mundo está más muerto que vivo. Se que cada día es menos agradable estar cerca de mí.
Dice mi madre que lo mío va ir a peor y que tengo que resignarme y, que si no hubiera corrido tanto no estaría como estoy. Así que me trajo un montón de papeles para que los firmara, porqué piensa que si no mis sobrinos se van a quedar sin nada y que los niños son lo más importante; yo garabatee como pude mi firma y ella los recogió, antes de que mi mano maltrecha los dejara caer al suelo. Sabías que me ha quitado el anillo que me regalaste, dice que tengo los dedos muy deformados y me está causando heridas en las manos y, que no tiene ningún sentido que lo lleve. Creo que deberías pedírselo porqué no tendría que tenerlo ella; me gustaba llevar algo tuyo, pero está visto que ni siquiera eso me dejan tener. Luego me ha dado dos besos y me ha acariciado el pelo al despedirse, no sin advertirme que me portara bien. Después se fue hacia la puerta olvidando que era mi cumpleaños. Ya estaba a punto de abrirla, así que yo aproveché para dejar mis lágrimas a su libre albedrío, pues llevaba mucho rato reprimiéndolas, pero de repente se volvió y me miró fijamente, de manera que aunque hubiera querido no hubiera podido apartar su mirada. Yo estaba sentada justo en frente de la puerta. No sé cuánto tiempo permaneció mirándome, pero cuando me di cuenta rasgó por la mitad el montón de papeles que llevaba y los dejó caer al suelo y, se me acercó; entonces pude ver sus ojos de cerca y también vi que estaban húmedos. Lo último que recuerdo es su silueta de espaldas vertiendo agua en mi vaso. La observé mirar al vacío y luego noté que secaba sus ojos con las manos torpemente. Y como me acercó el vaso con una pajita, pero yo le dije que quería sentir el agua deslizarse por mi garganta violentamente porqué tenía muchísima sed. Sonreímos las dos y supe que ya no quedaban más cosas que contarte.
FIN