A medida que el tiempo pasaba, los remordimientos en la mente de Carlos, se iban acrecentando, y era algo que no entendía; ya que lo único que la había mantenido ocupada durante el último mes, había sido ultimar los preparativos para irse con Catalina; todo lo demás, había resultado superfluo para él.
Fue la llamada de Marta, lo que le había hecho revolotear las tripas y le había nublado la mente, aminorándole su energía y devolviéndole su cansancio habitual, el mismo cansancio que había envuelto sus días en una rutina exasperante y lineal; hasta que la conoció a ella, y ya todo fue diferente.
Pero no era su mujer, el motivo de su malestar; aún antes de conocer a Catalina, le había planteado en repetidas ocasiones que ya no la quería y que debían separarse; pero ella siempre le montaba escenitas y acababan con el tema de los hijos a cuestas, sin llegar a ninguna solución definitiva.
-porqué había tenido que llamarle, precisamente ahora... Recordándole cantinelas sobre los niños, que muy bien ella podía solucionar...Se culpaba de haber sido tan cobarde, y esta vez, teniendo, un motivo consistente para abandonarla, no haberle dicho nada y pensar sólo en desaparecer.
A Catalina no le gustaban los niños, se lo había oído comentar en varias ocasiones, y ahora estaba dispuesto a dejarlo todo por ella, y a la vez también la culpaba inconscientemente, porqué era su vida, su trabajo, sus hijos, lo que iba a dejar atrás; sin que ni siquiera ella se lo hubiera pedido.
La educación que había recibido Carlos, fue bastaste diferente a la de Catalina. En los 80, la juventud experimentaba una fiebre eufórica sin igual. En plena transición, nació la movida madrileña, que luego ya se extendería a todo el territorio nacional; este movimiento contracultural pretendía dejar atrás, la España de la pandereta y venderle al mundo un país moderno y más abierto culturalmente.
Sandra su madre, era una malagueña racial y muy fashion, y también, una representante acérrima de ese movimiento; que pretendió borrar el oscurantismo de Franco, y dió paso a nuevas corrientes artísticas, en ámbitos como la música, el cine, la literarura etc; pero gran parte de las estructuras sociales y económicas del pais, eran heredadas del régimen anterior.
Conoció a su marido, una noche en que bailaba extasiada. "la chica de ayer" y ya no se volvieron a separar; Jaime no era tan apasionado de la movida como ella, pero al poco de salir juntos, parecían una sóla mente pensante, y en 1981 nacio Carlos, que pudo disfrutar de una educación abierta y liberal, un hogar donde se podía hablar de todo, sin ningún tipo de censura.
Era el mayor de tres hermanos; su hermana pequeña Luci, tenía la misma edad que Catalina, hacía muy poco que había terminado informática y trabajaba en prácticas en una multinacional de microsoft, en cambio, su hermano Pablo, se había ido a Mexico hacía ya algunos años, y había hecho su vida allí.
Sin embargo, no había heredado la fortaleza de sus hermanos, y siempre había sido el típico chico guapo, pero débil de carácter, que no sabía decir "no" y al que era muy fácil manipular.
Así como Catalina, provenía de un medio que le era hostil, y sus padres nunca habían oido hablar de Alaska y Dinarama, ni sabían que existía Nacha Pop; ella había desarrollado sus propios mecanismos de autodefensa y había crecido rebelde como la propia tierra donde nació; siempre solía decirle que Asturias era España, y lo demás sólo tierra conquistada, y que Pelayo, nunca había dejado que los invadieran; así que como él era de Málaga, tenía muchas raíces moriscas y por eso había opositado para funcionario de prisiones; para tener muchas mujeres en su harén; él se quedaba embobado escuchándola, mientras ella se desvestía, cruzando y descruzando las piernas, a la vez que fumaba un cigarrillo y le echaba el humo en la cara; haciéndole que él se olvidara de la clandestinidad, y se centrara sólo en el vaivén de sus caderas.
Aquellos primeros meses de su relación, fueron los mejores, pero en los últimos tiempos, se estaba comportando de un modo extraño, y él quería recuperar a la mujer que le había cautivado desde el primer momento que la vió. Apenas hacía un año de eso; sus compañeros; El panas y Mendoza, frecuentaban habitualmente en sus turnos de noche, las celdas de dos presas muy bonitas; una de ellas era de raza gitana, y tenía un niño de dos años; la otra, había llegado hacía poco de Vigo, y la habían metido allí, por un asunto relacionado con las drogas, que nunca llegó a aclararse del todo.
Aquellos primeros meses de su relación, fueron los mejores, pero en los últimos tiempos, se estaba comportando de un modo extraño, y él quería recuperar a la mujer que le había cautivado desde el primer momento que la vió. Apenas hacía un año de eso; sus compañeros; El panas y Mendoza, frecuentaban habitualmente en sus turnos de noche, las celdas de dos presas muy bonitas; una de ellas era de raza gitana, y tenía un niño de dos años; la otra, había llegado hacía poco de Vigo, y la habían metido allí, por un asunto relacionado con las drogas, que nunca llegó a aclararse del todo.
El panas, al que llamaban así porqué en su turno nunca llevaba la corbata reglamentaria, y el aroma de su colonia se respiraba en todo el módulo, le había comentado con sorna, si no había reparado en las nuevas vecinitas de la planta tercera; Carlos, no le hizo mucho caso, y siguió con el recuento del comedor; fue entonces, cuando la vió detenerse a su lado, junto a las bandejas, y mirar con asco toda la comida; por un momento tuvo la sensación de que aquella chica de aspecto tan frágil y malhumorado, iba a lanzarle todo lo comestible que encontrara, a su paso; pero Catalina levantó su cabeza, que le quedaba más o menos ala altura del pecho de él, y le fulminó con una mirada tan felina como abrasiva; siguiendo su camino hasta la mesa, con su bandeja vacía. Él se quedó mirándola hasta que ésta se sentó, y observando como volteaba la bandeja y rodeaba la cara con sus manos, como una niña enfadada a la que le habían puesto un castigo por portarse mal, en aquel momento sintió unas indescriptibles ganas de abrazarla y se preguntaba que diablos la habría llevado allí.
Fue tal la excitación que sintió aquela mañana, que le pasó las planillas a Mendoza y tuvo que salir como alma que lleva al diablo; para no convertir su calentura en un circo mediático, con las mofas del panas aderezándolo.
Desde aquel día, ya no desperdiciaría ni un sólo minuto para ganársela, y complacerla en todo. Catalina desprendía tanta carga sexual. que nunca necesitó tocarla para desearla, y podía respirar su aroma natural, sólo con pensar en ella; fueron muchas las veces que estuvo tentado a contárle a Marta, lo que le estaba pasando; pero no tuvo valor; simplemente se limitó a ignorarla cada día un poco más; no siempre había sido así, hubo un tiempo en que la quiso, pero no duró mucho; y los niños en vez de unirlos, los iban distanciando a medida que crecían, de ser la mujer interesante y atractiva que le pareció hace años, pasó a encontrarla cada vez más anodina y estirada; a menudo le echaba en cara la falta de ingenio para endulzar sus cada vez más excasas relaciones sexuales, y la ausencia de conversaciones interesantes, sinó se trataba del colegio de los hijos, o de los aburridos pleitos de su bufete.
En realidad, aunque no la nombrara, siempre la estaba comparando con su amante, y a Marta cada vez se le notaba más su cara de amargada; en los últimos tiempos, también había perdido todo interés por él; de manera que más que un matrimonio, parecían dos compañeros de piso, que compartían gastos y nada más.
La lluvia no cesaba, y eso no contribuía a levantar el ánimo de Carlos, que conducía despacio y pensativo;. hacía rato que había dejado atrás Octavio Paz, y se adentraba en los alrededores de Alcalá Meco.
Calculaba que en una hora más o menos Catalina estaría fuera, y se preguntaba si recordaría esconder el teléfono móvil, que le había regalado ya hacía bastante tiempo; le había advertido que no se le ocurriera llamarle y que él la esperaría, justo detrás de la arboleda que daba entrada a la cárcel; pero los inhibidores de frecuencia de la Meco habían sido dados de baja temporalmente por las operadoras, a causa de las interferencias que continuamente ocasionaban en las casas vecinas de los alrededores, y Catalina siempre andaba con su móvil apagado, escondido en alguna parte de su cuerpo, como si fuese una prolongación más de si misma; temía que al final la pillaran con él y se fuera todo al traste, asi que permaneció durante todo el trayecto pendiente del teléfono, por si a ella se le ocurría hacerle una llamada de última hora; algo le decía que no estaba bien y tuvo que reprimirse las ganas de llamarla él mismo para comprobarlo, pero siguió conduciendo con el mismo malestar que no le había abandonado desde hacía rato; tenía un extraño presentimiento, y decidió que en cuanto aparcase en las arboledas, volvería a llenar el cargador del revolver, sólo por si surgía alguna complicación, pero que de ninguna manera iba a dejar que ella tocara un arma que ni siquiera sabía usar.
Sin soltar el volante, se quitó la cazadora como pudo; estaba empezando a sudar, y el roce de su camiseta con el forro de la chaqueta le estaba produciendo un escalofrío pegajoso que no le dejaba pensar; se disponía a embestir la última curva cuando una forma que no pudo dislumbrar, se le cruzó por delante, sin apenas darle tiempo a frenar; sintió el impacto debajo de las ruedas, mientras la lluvia azuzaba los cristales delanteros sin piedad, se quedó con las manos pegadas al volante durante 5 largos minutos, y después se armó de valor para abrir la puerta y comprobar lo que había ocurrido.
CONTINUARÁ...
En realidad, aunque no la nombrara, siempre la estaba comparando con su amante, y a Marta cada vez se le notaba más su cara de amargada; en los últimos tiempos, también había perdido todo interés por él; de manera que más que un matrimonio, parecían dos compañeros de piso, que compartían gastos y nada más.
La lluvia no cesaba, y eso no contribuía a levantar el ánimo de Carlos, que conducía despacio y pensativo;. hacía rato que había dejado atrás Octavio Paz, y se adentraba en los alrededores de Alcalá Meco.
Calculaba que en una hora más o menos Catalina estaría fuera, y se preguntaba si recordaría esconder el teléfono móvil, que le había regalado ya hacía bastante tiempo; le había advertido que no se le ocurriera llamarle y que él la esperaría, justo detrás de la arboleda que daba entrada a la cárcel; pero los inhibidores de frecuencia de la Meco habían sido dados de baja temporalmente por las operadoras, a causa de las interferencias que continuamente ocasionaban en las casas vecinas de los alrededores, y Catalina siempre andaba con su móvil apagado, escondido en alguna parte de su cuerpo, como si fuese una prolongación más de si misma; temía que al final la pillaran con él y se fuera todo al traste, asi que permaneció durante todo el trayecto pendiente del teléfono, por si a ella se le ocurría hacerle una llamada de última hora; algo le decía que no estaba bien y tuvo que reprimirse las ganas de llamarla él mismo para comprobarlo, pero siguió conduciendo con el mismo malestar que no le había abandonado desde hacía rato; tenía un extraño presentimiento, y decidió que en cuanto aparcase en las arboledas, volvería a llenar el cargador del revolver, sólo por si surgía alguna complicación, pero que de ninguna manera iba a dejar que ella tocara un arma que ni siquiera sabía usar.
Sin soltar el volante, se quitó la cazadora como pudo; estaba empezando a sudar, y el roce de su camiseta con el forro de la chaqueta le estaba produciendo un escalofrío pegajoso que no le dejaba pensar; se disponía a embestir la última curva cuando una forma que no pudo dislumbrar, se le cruzó por delante, sin apenas darle tiempo a frenar; sintió el impacto debajo de las ruedas, mientras la lluvia azuzaba los cristales delanteros sin piedad, se quedó con las manos pegadas al volante durante 5 largos minutos, y después se armó de valor para abrir la puerta y comprobar lo que había ocurrido.
CONTINUARÁ...
5 comentarios:
Hola bea!!
ya decía yo que tanto conducir pensando en catalina, iba a acabar en susto jajaja,me encantó este capítulo tan ochentero y como siempre e me ha hecho cortin.
esta vez te has demorado mucho, cuwlga pronto otro vale!
besitos!
Hola Bea!!
me gustó muchísimo que recordaras los 80, si, fue muy importante y como siempre hay escenas que me emocionan, y al vez me divierten mucho como la de las bansejas!
me imaginé como ocurrió todo, y me paerece genial como encuentras sensualidad en las cosas más sencillas.
un beso de Luci y sigue por favor!
Hola Bea.
Lo primero y como siempre agradecerte tu paso por mi blog, lo segundo decirte que tu talento con las letras engancha. Impaciente espero el nuevo capítulo Un abrazo
Hola bet
nunca sabe uno contigo por donde vas a salir, por eso me lo paso tan bien leyendote. Muchos guiños a muchas cosas, me llama la atención la fluidea de los párrafos, parece que lo hubieras vivido tu.
genial SUSANA
HOLA!!!!!
Ahhh!!!! Y no lo digo yo. Lo dicen los comentarios aca arriba. Ves??? Ya lo tienes. Eso es...eso es...Ya tienes todos los elementos necesarios para escribir los libros que quieras. No olvides releer la historia desde el principio de vez en cuando para no dejar cabos sueltos o generar contradicciones. Pilas con los dos primeros capitulos. Es buen momento de volver a la sensacion que producian esos 2 capitulos para ir cerrando la historia. El ambiente extraño, peligroso, oscuro. Lo mas valioso es que has conservado la misma voz en todas las publicaciones. Lo de alaska y dinarama...preciso. Excelente. todo. Espero proxima publicacion a ver que ocurrio.
Felicitaciones beatriz y gracias por pasar por mi pequeño espacio.
UN ABRAZO
STAROSTA
(UN PRODUCTO DE TU IMAGINACION)
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